17/11/13

Luces enceguecedoras


El Viceministro se había retirado de la reunión hace una hora; y todos los amigos del papá de Ale, ya se habían despojado de sus sacos. Las sillas vestidas, la orquesta tocando un ritmo tropical, la sensual vocalista, las carcajadas de algún bigotudo; hacían contraste con los bostezos de Vanessa y la mirada complaciente de Ale hacia un soufflé de chocolate. Los vodkas que tomé empezaron a darme calor, me quite el saco. Sentí la pedrería de los hombros del blazer de Ale. Tenía su mejilla apoyada en mí. Su cabello, y su mirada intermitente, como inspeccionando si estaba tan aburrido como ella, me parecieron adorables. Quería desdoblarme, o ser un tercero en este panorama, para poder tomarnos una foto. Una banalidad, puede ser. Pero habito que rápidamente asimilé, en un proceso de osmosis orgánica y suave, de tanto caminar con Ale por Centros Comerciales, o haciendo planes en Cafés Barranquinos. No me parece mal. Al contrario, recuerdo que me agradaba. Viendo el lado positivo, me ayudó con mi inseguridad a ser retratado.

Vanessa no aguanto más. Me quiero ir. Mañana tengo un montón de cosas. Estaré en el lobby del piso diez, me llamas cuando termine toda esta huevada. Qué? No! vamos todos; sentencio Alejandra.

El ascensor se detuvo. Se abrió la puerta. A varios metros al frente, atravesando todo el lobby, estaba una mampara de vidrio, que entre abierta dejaba ver un balcón con vista al mar. Inmediatamente quise acercarme. Alejandra me toma de la mano, y me condujo hacia los muebles de la derecha. Una mesita de centro, un cuadro impresionista, un jarrón neoclásico en la esquina. Vanessa se echó a sus anchas en el sofá, su vestido se subió un poco; pero a nadie pareció preocuparle eso. Ale se quito el blazer y dejo ver sus hombros descubiertos. Con frecuencia, me abstraía de cualquier contexto, cuando empezaba a ver el encuentro de sus hombros con su cuello.

-  A mi papá le agradas, ya me lo había dicho pero… ahora en la mesa empecé a creerle.
-  Ale, porque no le agradaría? Soy lo máximo.
-  Imbécil, no te cae ser creído; no eres así.
-  Ah Sí?! Lo tendré en cuenta…
- Ahh… - bostezó de cansancio, pero cubrió su boca con la mano. Un hecho que pasaría inadvertido para otros; pero para mí era un punto de quiebre, para seleccionar la mujer de mis sueños. Con los años, he visto menos personas hacer este acto reflejo, que me trasporta a un mundo vintage diferente a la acelerada actualidad. Un pequeño esfuerzo subconsciente por considerar primero a los otros que a ti mismo, y tus necesidades primarias. Un símbolo de alguien comprometido con otros, al menos era mi interpretación.
 Necesitas azúcar para reactivarte, puedo ir…
- No, así nomas; no quiero comer nada, ya tengo muchas calorías por hoy. Me estoy moviendo más lento en el agua.
- Qué hablas! Eres una bomba sexy, con tus hombros huesudos y tus orejas que se salen…
- Tarado
- Bromeo. Pero para que te exiges con la natación si…
- Aun no lo entiendes, no? Ya son varios años compitiendo, es ahora que estoy  en la mejor condición para ganar.
- Te exiges mucho, es lo que intento decir, deberías tomarlo con calma… y dar tu mejor esfuerzo, si!... pero ambos sabemos que lo tuyo no es ir a las Olimpiadas.
- Aun no lo entiendes, es algo que tengo que hacer, en un reto de mucho tiempo atrás, es un check mental que tengo ahí… lo tengo que lograr, necesito ese triunfo…
- Vives para los retos…
- Quien no? Dha
- A veces, me parece que todo transcurre en piloto automático…
- Que quieres decir…
- Que podemos ponernos hitos a conquistar en el camino, porque al inicio de la carrera te lo plantearon; pero lo gratificante se encuentra en ese intervalo de espacio justo antes de alcanzar un hito; y no el logro en sí mismo.
- Te has puesto muy filosófico esta semana… me agrada que tengas esas frases a la mano.
- Te quiero a mares, lo sabe.
- Y te gusta que sea tan loca? Que te moleste a cada rato?-
        - Bueno…
Tarado
- Ahora que lo dices… este par de meses has estado más neurótica, planeándolo todo, sorprendiendo con salidas de última hora… 
Monse, y a ti que te encanta… si no te saco de sorpresa estarías en tu casa con tu Vistas 3D
-      - Si suelo ser aburrido… pero hago lo que quiero. 
- O estás en piloto automático?
 -  Me dolió
- Sorry, ven aquí…
- Pero a veces aciertas… sí… he estado un tanto pensativo, porque creo ver un patrón de logros que he conseguido, por que se suponía que al inicio de la carrera te plantean que hay que conseguirlos… pero ahora, ya no recuerdo que es lo que se supone que sigue…
-     - Sigue que me des un beso, porque Vanessa se durmió…
-  Ven… la suerte está conmigo…

El viento sacudió las cortinas de la mampara, dejando ver por momentos el balcón. Una figura humana. Mujer. Pantalón de pijama blanca con rallas rosadas, camiseta negra sin cuello ni hombros. Celular en la mano. Eugenia. 
- Suerte… el otro viernes vi en Televisión Española a un pata de bigote, que hablaba de la suerte… 
- Ah… creo que voy al baño… espérame un toque Ale.
 -  Ok…

Camine con calma. Había que guardar apariencia. Por dentro, todos mis pensamientos se centraban en que Eugenia estaba en ese balcón; y si fuera así, estaría fregado, porque todas las fantasiosas teorías que había especulado en mi encuentro con ella en su casa, serian reales.

Volteé para ver si Ale me estaba vigilando. Pero no. Se había deslizado por el sillón hasta que su nuca tocada el respaldar.

Abrí la mampara y la cerré detrás de mí. Era cierto. Ella estaba allí, a unos metros míos. Retrocedió hasta chocar con la baranda del balcón. Lo sabía, le dije. Pero es imposible. Recordaba cuando estabas en mi cuarto, por eso estoy aquí; me contesto. Rayos, no sé cómo decirlo, como voy decirlo?!. No le digas a nadie! - me respondió asustaba, juntando sus manos y acercándolos a su pecho - sabía que no debía venir. Has estado aquí antes? Le pregunté. Sí, en este balcón. Mierda – suspire de atónito, y me apoye en la baranda. Alcé la mirada.

Las luces enceguecedoras de los postes, y del tráfico de esa calle, que habitualmente pasaban intranscendentes, ahora parecían flamas de fuego. Me incorpore y mire entre la cortina hacia el interior del lobby, pero no había nadie. Todos los muebles vacios. Me asuste por los innumerables problemas y retos que significaban todo esto. A mi costado hay un ser humano que cuestionaba lo que conocía. Lo que vendría mañana no podría tomarlo como un día más. Mi vida ya no debería estar en piloto automático.

Me voy, te veo el lunes en la U; la mire con decisión y le dije. Me equivoque al venir, pero todos estos días quería demostrarte esto… porque no todos te mienten, yo sí que digo la verdad. Me hubiera dado igual todo lo que decía, pero lo dijo mientras me abrazaba por la espalda para retenerme en el balcón. Yo gire y le di un beso al dado derecho de su nariz. Me soltó, y salí de allí. No miré atrás, porque estaba seguro que no me seguiría. Toda la bulla del lobby me invadió como un tranquilizante directo en las venas.

-  Siéntate a mi lado
-   Como te decía…
-   Qué?
-   La suerte… la suerte no solo es azar y tu predisposición, como dicen… “la suerte es el encuentro de la oportunidad y tu preparación”, sino que hay un tercer factor que es la valoración que le damos. Es decir, si un día llega a tu casa un caballo pura sangre, te dirás que has tenido suerte porque ahora te pertenece un caballo; pero luego el caballo te patea y te fracturas una pierna; pues entonces creerás que has tenido mala suerte de que este caballo entre a tu vida. Sin embargo, justo empieza una guerra y el ejercito pasa por tu casa para reclutar y no te pueden llevar porque esta todo enyesado. Entonces, mirarás al caballo, y te dirás que tienes suerte de que ese caballo llegara a tu vida…
-  Tengo suerte que seas mi novia…
- Quien sabe…

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    Pronto Cap. 08: Solo amigos...

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