Le parecía que el costo del boleto era mucho para
tan poca distancia recorrida. Igual pago. Bajo frente a un supermercado. Cruzo
entre los puestos de ploteos e internet. En el segundo piso, se detuvo un
momento, y volvió a marcar el teléfono de Alejandra. Sonaba. Dónde se habrá
ido? No dijo nada, pensaba. Sin respuesta, siguió de frente y luego volteo a la
izquierda. Saludo a Renso y pregunto por sus amigas, con una sonrisa de oreja a
oreja el encargado le digo que en la cabina dos estaban. Antes de avanzar vio
que en la puerta esperando estaba alguien conocido. Hola, no eres amiga de mi
hermana? Te acuerdas? Cuando fuiste a mi casa? La miraba con una forzada
amabilidad, pues no le era sencillo. Eugenia le devolvió la mirada, y sin
mostrar mayor interés le dejo que si, y que estaba allí esperando que se
terminen de imprimir unos planos. Pero y sabes si tiene clases hoy? Porque
salió temprano y ahora no contesta el teléfono. Debe estar con su ex, Carlos no,
el otro; le contesto. Trato de parecer poco interesada en el tema, pero poco a
poco su plan estaba cobrando forma. OK, no lo sabía; le contesto Vanessa. Nos
vemos, le dijo; pero su interlocutora solo miraba. Avanzo hasta la cabina dos,
y sin tocar la puerta de vidrio abrió y entro. En la batería Valeria y en la
guitarra Fiorela, en el Guitar Hero sonaba Reptilia de The Strokes. Y al cerrar
la puerta, se desconecto de todo. Al menos por una hora.
No lo pensó mucho y borro el mail. Ese tal
“flor852” había reabierto la herida. Alejandra recuerda los rumores de
infidelidad de su padre, que se escucharon los días posteriores del funeral de
su madre. Ella no los creía, y allí quedo todo. Pero “flor852” le estaba
diciendo que otra vez su padre era infiel, y ahora a Giovana. Quién rayos trata
de hacerme daño? Se pregunto. Tomó las llaves del Sportage. Salió hacia el
gimnasio. Mientras guardaba sus pertenencias en el locker, marco el teléfono.
Puedes venir en una hora? No? Por donde estas? No, no pasa nada. Bueno si. Pero
debo contarte en persona. Es que solo se me ocurrió que podrías ayudarme a
descubrir un tema que me está causando daño. Si, gimnasio; tu? Ah! Bueno,
entonces dónde. Ok, en el taller de Rafo en dos horas.
Ya tenía preparada la peluca y el traje. Esa noche
lo intentaría otra vez. Parecía que habían reactivado en ella, como un
catalizador termonuclear, las ganas de divertirse, sentir; y olvidarse de las
obligaciones que tenia para consigo; y, además, las que se había impuesto para
conmigo. Creía que debía mostrarme, sin importar cuán doloroso sea, que nadie actúa
con sinceridad hasta que está completamente segura de mis intenciones y
objetivos. Con cierta ironía, había descubierto que ni la lectura ni la música la
abstraían de la realidad; interpretar la vida o las características de otros,
si lograban ese efecto narcótico que buscaba. Esa noche, lo intentaría de
nuevo. Pero antes, movería algunas piezas más en el tablero.
Absurdas, infantiles, estúpidas. Todo en el
timeline era vacio y hueco. Cerró la App y volvió su mirada al maracuyá que creía
al fondo del jardín. Como refugio de vida se imponía entre el césped y las
macetas compradas. Había crecido de forma orgánica y sincera, con sus curvas
algo erráticas pero librándose de sus obstáculos, siempre buscando el sol. Llamo
a casa. Tal vez Ale estaba allí y su celular estaría sin batería. Hola
Vanesita! Qué raro que este llamando al fijo! Le respondió Giovana al otro lado
del auricular. Pensé que Ale respondería, porque su cel está apagado. Si,
verdad no? Pero que paso, dime. No nada, solo aburrida. Pero no estás con Fio?
Si pero su jardín me parece más interesante que las tonterías que dice. No te está
escuchando no? Que va, Gio. Bueno, Vane… es que ahora todo te parece tonto,
pero creo es que te sientes como aislada, sé que no es lo mismo, pero puedes llamarme,
para sacarte de ese aburrimiento, nos concentramos y veras como salen ganas de
hacer cosas nueva y retarte a ti misma. Hubo una ligera pausa, para observar
como Valeria ataba sus zapatillas. Tienes razón, Gio; todo está en uno. Si
parece que las personas que mas quise ya no están ahora, es solo porque así es
la vida… uno debe ponerle ganas para retarse y seguir. Vane. Si? Tu mamá te
quiso mucho, y te sigue queriendo…
Cerró su bolso, y repitió que quería la información
lo antes posible. Que no podía permitir que un anónimo este difamando a su
padre. Le dije que mi amigo le tendrá la dirección de ese anónimo para mañana. Me
volvió a agradecer. No quiso ahondar en otros temas, pero decía estar bien. Ya no
veo a Carlos. Fue lo más relevante. Quería ser cordial, pero sobre todo
escueta. No quería entredichos y no permitir una lectura entre líneas. Solo era
el nexo entre su información y el hacker que le revelaría de quien vienen tales
rumores. Mientras salíamos del café, reviso una antigüedad, una radio y un sofá
polvoriento. Le parecía que tras de ellos su historia tendría personas desequilibradas,
o al menos sujetos que creían que lo eran. Parecía inverosímil. Pero algo en
ella me dijo: así soy, y no te permito que estés en mi contra; me sigues por lo
que he logrado por mí misma, o puedes irte a la sombra del olvido. Pero era difícil
olvidar a esa desequilibrada.
Cerro muy fuerte los ojos, y antes de volver a
abrirlos imagino las llantas, el asiento, el olor, el cabello largo de Ale. Sin
percatarlo, estaba entreabriendo los parpados y la luz se filtraba en sus pupilas
como banderas hondeando. Su peluca y sus lentes estaban reflejadas en el espejo
retrovisor. Ale se secaba los ojos.
Todo se volvió pánico. Nuestras vidas se
desportillaron.
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Pronto: Fin de Volumen I

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