Observaba el último rayo de sol que
sobre el horizonte se resistía a irse. Cerré la ventana del auto porque la
brisa había aumentado. Abotone mi camisa, mi polo ya no era suficiente abrigo
para esta noche que recién empezaba. Mire las piernas de Alejandra mientras
conducía, me pregunte cómo resistiría el frio de más tarde con ese short jean tan
corto. Qué estas mirando bribón?! Vanessa interrumpió desde el asiento de
atrás. No, nada… va ser frio, Ale esta en short. Para eso estás tú, dijo con naturalidad Vanessa.
Se termino la pista con su reja verde que separaba los carriles, una
fachada blanca con un puerta de madera amplia, que era del garaje, cerraba
cortante el camino; giramos a la derecha y se abría a nuestra vista el
estacionamiento de la universidad donde estudiaba Vanessa. Repleta de jóvenes y
precedida por un escenario enorme, con carteles a los costados y amplios
parlantes colgando de la estructura de metal, y luces de jugaban con figuras
geométricas sobre la banda de músicos que tocaban en ese momento. A varios
metros, una torre de metal que tenía en su cúspide un reflector, y a su espalda
una pantalla que mostraba imagen en vivo de la banda.
Salude con un fuerte apretón de manos a todas las amistades de Ale y Vane,
un beso en la mejilla breve para sus amigas. Nos pasaron a cada uno un vaso
plástico lleno de cerveza, aparentemente una cerveza personal completa cavia en
ese vaso. La próxima ronda la pones tú, me dijo con fuerza un sujeto de barba
menuda, que gritaba para asegurarse que lo oyera; la estridencia de la banda de
música lo obligaba a ello. Asentí. Miré a Vane mover la cabeza. Era su
ambiente, eran sus amigos, hasta podría decir que conocía a alguno de los
músicos, al menos de vista. Tenía que relajarme yo también. Abrasé a Ale. Tenía
dudas que si su movimiento frenético del pie esta por ansiedad o por el frio
que empezaba a sentirse. Por cualquier motivo que fuese, coloqué mi brazo
alrededor de sus hombros, y frote para tranquilizarla. Ale me miro y se movió
delante de mí, colocando mis brazos por alrededor de su cuerpo.
Estaba ingresando otra banda, e instalaba sus guitarras y efectos. Reconocí
a un amigo. Flaco, alto de nariz inconfundible; tenia esta vez el pelo corto,
pero por lo general no era sí. Le comente a Ale que lo conocía y sería bueno,
terminando el turno de esa banda, ir a hablar con él. Así fue. Vane se quedo con
su grupo encendiendo un Lucky. Abrimos paso entre la gente, entre parejas,
entre grupos de amigos, entre un par de amigas muy acarameladas, entre otras
bandas que guardaban sus instrumentos y esperaban a alguien para poder partir.
Y allí estaba Sergio, ya con una casaca jean y hablando por teléfono. Nos
saludamos. Pero qué carajo haces acá? Nada, me invitaron. Brother, tenemos el
otro sábado una tocada en Hell, tienes que llevar a tu gente… se está volviendo
una cagada pagar la mensualidad. Ya, dale, ok, ahí estaremos… cómo estás?
Sigues corriendo olas. Si claro, estos meses son buenos. Pero el frio es too
much, agregó Ale. Si, si, pero ya te acostumbras… Oe ya me quito, te veo el
lunes, Alaos. Alaos, le respondimos.
Me ayudo en un tiempo, así nos volvimos amigos, me hizo más relajado. Ale
asintió sonriendo.
Eugenia estaba allí, acercándose hacia nosotros. Tome de la mano a Ale,
como afirmando nuestro primer mes saliendo. Ale me miró. Sabes quién es? Si.
Era real. No estaba vestida fuera de tono, como la vez anterior en la
piscina. Hola Alejandra, hola – me sonrió rápidamente – sabes donde venden
puchos? Creo que por la entrada, al costado de los kioskos de chelas. Ale me
comenzó a mirar, como tratando de decirme algo. Qué haces por aquí? Eugenia verdad?
Si Eugenia… bueno solo vine a dejarle un mensaje a un conocido. Ah! Ok, ya nos
vemos. Ale avanzó un tanto incomoda. Sentí la mano de Eugenia colocando un
papel en mi bolsillo trasero del jean. Volteo. Me mira con seriedad, como
auscultando mi mente, mi comportamiento, descifrando la inexplicable expresión
de mis parpados titilando de la sorpresa; también como adelantándome que el
mensaje era en sí mismo era una revelación que Ale no debía saber. Pensé en
delatarle, algo me detuvo, una complicidad, un afán de tener secretos, puesto
que mi vida rutinaria no se permite tenerlo; sabía que era un riesgo, pero
volteé la mirada al frente. Qué pasa? Me interroga Ale. Nada, respondo
idiotamente, revelado mi mentira. De dónde la conoces? Porque yo apenas sé que
está en mi aula. De la piscina donde practicas, un día me pregunto unas cosas y
me dijo que estudiaba contigo. Unas cosas?! Nada! Ya párale y vamos a ver a
Vane. Sí, ya quiero salir de aquí – abrazándome alrededor de la cintura – tengo
ganas de comer, vamos a un restaurante que conozco. Claro.
Pedimos una mesa para tres. Ale empezó a postear unas fotos del concierto.
Yo me fui al baño. Saqué el papel de mi bolsillo. Letras de periódico armaban
un par de frases: “Ella no es lo que crees. Búscame el martes a las 8 en Rosa
Toro y Canadá“.
Me miré al espejo. Vote el papel en tacho. Qué se supone que es esto. Quién
se ha creído esa chica. Debo preguntarle a Ale cuáles eran sus secretos. Pero
ahora no. Ahora debemos hacer lo que se supone. Nos besamos. Se puso algo
seria, mientras me despedía a una cuadra de mi casa. Mañana la buscaré, pensé
mientras su auto se confundía entre a la velocidad de la Vía Expresa. Solo
quiere vengarse de seguro. Tal vez Ale le hizo una broma pesada por ser tan
freak y ahora busca hacernos pelear. O seguro solo quiere acosarme.
Estupideces, mi suerte no puede ser mejor… mejor no me extralimito. No lo
sabía, creaba argumentos inverosímiles, pero ninguno sería mejor que la verdad.
“La verdad os hará libres”.
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Pronto: "

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