01.
Poco
sabía él
Poco sabía él de lo que le sucedería en la Estación de Servicios. Aquel
lugar recurrente para todos, con su fachaleta stone rústico y sus sillas de
comida rápida. Parecía un lugar fresco y dinámico, al menos esa sensación
tenía.
Recuerdo uno de sus comentarios. No se había percatado de ninguna señal previa,
que aquel día Alejandra iniciaría un rápido proceso de distanciamiento. En
realidad, Ale había tomado muchas decisiones importante durante esa semana, y
la mayoría no fueron fáciles de predecir.
Un día antes, Alejandra entró a la oficina de Diseño. Vestía un jean azul
oscuro, una blusa de gasa color Royal Blue, un cinturón finísimo de color negro
con hebilla dorada, y zapatos negros apenas elevados. Me pidió que le preste un
momento la PC en la que trabajo; quería
entrar al portal institucional de su universidad, para inscribirse en horarios
de forma tal que de lunes a viernes empezaría sus clases a las 7.30 pm, y los días
sábados solo estaría hasta el medio día. Mientras cerraba su sesión y me
repetía, una y otra vez, que en su Área no le permitían el acceso a ninguna
página Web. Luego, pronóstico lo que sucedería en la Estación de Servicios. Me
dirá que nunca cumplo con lo que acordamos, me comentó; pero pasaron como 5
segundos y yo no dije nada. Finalmente reflexionó en voz alta, algo como “es lo
mejor para mí”. Continúe sin tomar parte de uno u otro bando. Últimamente
parece que no reflexiono sobre lo que es mejor para mí.
Un par de horas después, Mario me cuenta que Ale había aceptado, esa misma
mañana, el ascenso a Analista de Estados Financieros; lo que significaba que
tendría un aumento en el sueldo y que trabajaría a tiempo completo. Y por fin
en ese momento estuve de acuerdo con ella. Esa decisión era lo mejor.
Alejandra estaba entre el maní confitado y los Pringles, daba vueltas por
las gaseosas y entre los sixpacks, veía la portada de una revista. Volvió a dar
otra vuelta, e intuía que él llegaría tarde. Trataba de hacer pasar el tiempo;
en parte porque no se decidía qué llevar y en parte esperaba a que él llegara. Casi al instante,
Carlos entró a la Estación. Ella dejó lo que tenía en la mano y salieron sin
comprar nada. A una cuadra de allí, entre su Facultad y un restaurante poco
conocido, le soltó la bomba. Sucedió lo que Ale ya esperaba. Sin más se pelearon
y él se retiró, antes prometiendo que haría de todo para reajustar sus horarios
a los de ella. Intento algo inútil, porque ya no podía rectificarse. Estaban
todas las aulas copadas, eso le dijeron dos días después.
Con lo poco que lo conocía, Ale podía ver que un temor recurrente para él
era no tener el control de las actividades de ella. Sus salidas con sus amigos,
las jornadas cada vez más prolongadas de trabajo, y otras cosas más lo
exasperaban. Parecían celos, pero rápido pudo concluir que era el poco dominio
sobre la vida de otros. Ale ya no podía seguir tolerándolo.
También recuerdo cuando Carlos llegó al hospital. Parecía que se extravió
un poco. Cuando lo vi en el pasillo su expresión se calmo. Empezamos a
conversar, y no estaba ni asustado ni entristecido. Entonces me comentó que Ale
lo había tomado por sorpresa aquella tarde en la Estación de Servicio. Hablamos
poco, me molesté mucho y de allí le perdí de vista por varios meses, me dijo;
luego se despidió del Sr. Vicente, de la madrastra de Ale, y de mí. Y se
marchó; esa fue la última vez que hablé con Carlos.
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Pronto Parte 02 "Guapura"

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